La Solución se encuentra dentro del Problema
Hay una tradición entre ciertas tribus Nativas Americanas, dice que en el lugar donde se encuentra una planta venenosa, con frecuencia el antídoto crece cerca. Es como si la enfermedad y la cura fueran plantas hermanas que se expresan en lados opuestos de una misma moneda.
Podemos aplicar este principio a la búsqueda de la verdad, sea esta científica o espiritual: la solución que buscamos es con frecuencia inherente al problema mismo.
Nuestro sistema inmune es un ejemplo maravilloso de esto, pues teniendo incorporada la potencia para combatir un extenso número de enfermedades, la cura no se activa hasta que el patógeno –el virus o bacteria nocivo- está presente en nuestro cuerpo. De nuevo, como dos lados de una moneda, la cura está ligada a la enfermedad.
En nuestra práctica de meditación podemos aplicar este mismo principio. Paramhansa Yogananda describe la meditación como la concentración en Dios, o en uno de Sus ocho aspectos: paz, amor, gozo, calma, luz, sonido, poder y sabiduría. Sin embargo, si estamos en manos de una emoción negativa –por ejemplo, enojo, desesperación o soledad- parece casi imposible incluso empezar a pensar acerca de estas cualidades divinas. Pero hay una solución.
Hace algunos años tuve una experiencia poderosa en este sentido. Fue un momento en que estaba pasando por un periodo en el que me sentía exhausta, desanimada y en general abrumada por la vida. Finalmente, cuando alcancé un punto muy bajo, una noche salí sola a un pequeño pórtico y empecé a llorar, orando interiormente, “Madre Divina, todo esto es demasiado para mí, no puedo manejarlo”.
Poco tiempo después escuché una voz interna diciendo, “¿Quién crees que está haciendo todo esto? No eres tú, soy Yo. El entendimiento profundo de que Dios es el hacedor, detrás de mis problemas y dentro de las soluciones, desvaneció la sensación de estar enfrentando ese momento de desesperación sola. Mi desaliento y las lágrimas se esfumaron en ese momento y fueron reemplazados por un sentimiento vibrante de bienestar y dominio sobre todas las tareas que tenía ante mí. Me di cuenta que cuando había ofrecido el problema a Dios, la solución de presentó rápidamente.
En un bello poema, “No estoy más solo” Yoganandaji describe la presencia divina aguardando dentro de cada uno de nosotros:
No estoy solo en la habitación de la soledad,
porque Tu siempre estás ahí
Estoy solo en medio de una multitud estruendosa
donde Tu silencio se escabulle…
Lejos de Mi ser estaba solo
Pero desde que mi pequeño ser encontró al gran Ser,
No estoy más solo.
Muchas de las dificultades que nos asaltan son simplemente lo que se expresa en ausencia de la cualidad divina correspondiente. A continuación, hay una lista de chequeo para trabajar. Si en la meditación activas estas cualidades divinas mediante el ofrecimiento de tus problemas a Dios, tu encontrarás que…
- La soledad es reemplazada por el amor universal.
- La oscuridad es reemplazada por luz y esperanza.
- La desesperación es reemplazada por el gozo.
- La inquietud es reemplazada por una sensación de paz.
- El bombardeo de ruidos externos es reemplazado por el sonido de AUM.
- La confusión mental es reemplazada por sabiduría y entendimiento.
- La debilidad y la limitación son reemplazadas por poder.
- La confusión interior es reemplazada por calma.
Estos son los antídotos –los ocho aspectos de Dios. Como un sistema inmune divino, ellos esperan a que nosotros los activemos mediante la liberación de la angustia en nuestro corazón. Solo entonces encontraremos dentro las respuestas que hemos estado buscando.
Con gozo y bendiciones,
Nayaswami Devi.